Mi turno para proponer una de las secciones con más aceptación de esta Website, la de Criaturas Clásicas que tan buena acogida tiene siempre cuando acometemos a grandes mujeres/artistas que abrieron el camino a todas las Criaturas que actualmente comandan el mundo de la música más potente y/o con más actitud rebelde y contestataria. El pasado lunes mi camarada Bernardo de Andrés defendió, practicamente de forma ‘enciclopédica’, a las japonesas PUFFY AMI YUMI con un articulazo que es para arrodillarse y besar el suelo, no sólo por donde pisan las japos sino también por donde pisa y teclea Mr B. Desde aquí te doy la más grandiosa enhorabuena porque la currada de datos, fechas y movimientos es de auténtico alucine. Para enmarcar.
En mi caso personal, bueno, por todos es sabido mi pasión/obsesión por los 90’s (es obvio, el rock’n’roll entró en mí como un puto trueno en el año ’91…) y, obviamente por unas angelinas llamadas L7 que ya cubrimos en el ‘blog prohibido’ y del que perdimos toda información (…). No importa, muy pronto sacan disco y les volveré a hacer justicia. Pero dejemos a Donita Sparks & Cia y vayamos, ahora sí, a las protagonistas de este ‘Clásicas’ y esas no son otras que las segundas en mi ranking de preferidas de los 90’s, las irreductibles, esquizoides y enrabietadas siempre BABES IN TOILAND!!!…
La banda se inventa y esboza en una barbacoa en 1986 en la que la cabeza bicéfala de Babes In Toyland, es decir, Kat Bejlland (vocals, guitar) y Lori Barbero (drums, vocals) se conocen y surge la química. Kat siempre ha sido un culo de mal asiento, diagnosticada con el síndrome de TDH, hiperactiva e impulsiva, violenta y esquizoide en su forma de expresarse y componer, convence a Barbero en 1987 para que se ocupe de la batería intentando encontrar cuanto antes a una bajista y una cantante reclutado a Chris Holletz (bass) y Cindy Russell (vocals). La química en el cuarteto no es la esperada y Kat decide ocuparse ella misma definitivamente de la voz tentando esta vez a una mujer que luego se convertiría en la mismísima viuda del Grunge, supongo que todo el mundo sabe que estoy hablando de Courtney Love que estuvo un periodo de tiempo tan corto que se redujo tan sólo a dos semanas y un sólo ensayo en el que dejó claro su ineptitud y poco compromiso con la banda. Meses después entra en sus filas la primera bajista ‘seria’ para las Babes, Michelle Leon.
La banda comienza a pulir tanto su sonido como su imagen teniendo en el noise rock, el punk, el grunge y el rock alternativo una paleta interminable de colores agridulces y claramente complementarios que van a plasmar en unos temas que escupen rabia, frustración y violencia emocional y física, en contraposición a una imagen de frágiles muñecas con vestidos sedosos (sobre todo Kat), lo que se llama estilo ‘Kinderwhore’ (picardías rasgados con toneladas de maquillaje y botas militares), que diseñó e inventó nuestra protagonista aunque fuese Courtney Love la que lo popularizó.
El trío comienza a tener un circuito de bolos ya considerable en su Minneapolis natal y publica en 1989 su primer single, «Dust Cake Boy», a través de Sub Pop. El éxito a nivel underground es considerable y les permite entrar a grabar a finales de ese año con uno de los productores más icónicos de la era alternativa 90’s y de Sub Pop, el mismísimo Jack Endino que les produce su album debut, Spanking Machine (1990). La colección de canciones es jodidamente rabiosa, molesta, no apta para amantes del Pop dulzón destacando tres temas por encima de la cierta linealidad de la que peca este debut, estos no son otros que «Swamp Pussy», el single citado «Dust Cake Boy» y «He’s My Thing»…
Crudeza, virulento sonido, agresividad sonica, etc,… no pasan desapercibidas para los ya famosísimos Sonic Youth que se las llevan de gira mundial en 1990 para, un año después protagonizar su primer Reading Festival en 1991. La hiperactividad de la banda (obviamente comandada por la Bejlland) no para y ese mismo año lanzan su primer E.P., To Mother (1991) que son descartes de Spanking Machine pero que las elevan a los altares de la música alternativa recibiendo unas críticas increíbles y siendo pinchadas en circuitos más comerciales. Un año después y con el abandono de Michelle por el deceso de su novio, siendo sustituida por la bajista más estable de la banda, Maureen Herman, llega su pelotazo definitivo, su disco más celebrado y mejor vendido de toda su discografía, el que contiene sus clásicos más indiscutibles y ese no es otro que el mítico Fontanelle (1992) en el que se encuentra uno de los himnos legendarios de los 90’s, «Bruise Violet»…
Ecos a los Pixies, a los nombrados Sonic Youth en su apartado más noise, a Hüsker Dü y The Replacements, a The Runaways, ¡cómo no!, pero también a contemporáneos como a Primus, Melvins y Mudhoney es a lo que te podría recordar un disco de semejante calibre, intensidad emocional y crudeza sónica como el segundo disco de Babes in Toyland que las pone en primera fila del rock alternativo y que les brinda la oportunidad de liderar el recordado Lollapallooza ’93 con bandas del calibre de RATM, Primus, Alice In Chains o Dinosaur Jr. entre otros. ¿Algo que objetar ante temazos como el machacón «Bluebell», el hostil «Right Now», el muy Pixies «Magick Flute» cantado por la Barbero o uno de mis favoritos y del que se me sigue poniendo la piel de gallina cada vez que los escucho como «Handsome & Gretel»?… no lo creo ante tan brutal colección de canciones. Un año después la banda repite jugada con otro E.P. titulado Painkillers (1993) de nuevo con descartes ahora de Fontanelle y una estupenda regrabación de su clásico «He’s My Thing».
La actividad hasta mitad de los 90’s estaba siendo agotadora, además, a pesar de no ser militantes oficiales, apoyaron a tope el movimiento Riot Grrrl liderado por las Bikini Kill y 7 Year Bitch aunque nunca fuesen miembros oficiales del mismo al igual que las L7. Festivales apoyando la causa, colaboraciones en el mitico fanzine Riot Grrrls! y otros eventos relacionados las mantuvieron en alerta reivindicando la música hecha por mujeres en una década en la que todavía el rock’n’roll masculino se priorizaba por encima del femenino.
En 1995 llega Nemesisters (1995), el disco que generó críticas encontradas y que un servidor está en desacuerdo para con las negativas pues la banda necesitaba experimentar, necesitaba sentirse libre para componer y probar nuevas sonoridades a pesar de que estuvieron muy presionadas por su discográfica. Personalmente es mi disco favorito, me gusta la diversidad contenida en él, con momentos más atmosféricos y calmados (a pesar de su típica producción cruda y distorsionada) caso del inicial «Hello», el obsesivo «Drivin'» (cantado por Barbero), el ‘a capella’ «Deep Song» o los angustiantes «Surd» y «Ariel». A pesar de ese intimismo sangrante, no faltan himnos brutales como «Sweet 69», «Oh Yeah!», el ‘nirvanero’ «Middle Man», la versión del clásico de las Sister Sledge «We Are Family» jugueteando con el soul pop y bubblegum, o destrozando con ganas el clásico de Celine Dion «All By Myself».
En 1996, Maureen Herman abandona la banda y pierden el contrato con su sello y a partir de aquí y hasta el 2000 la banda dio bandazos con idas y venidas de bajistas, el proyecto personal de Kat, Katastrophe Wife, que no llegó a buen puerto pero que dividió definitivamente a Bejlland y Barbero, además litigios legales sobre la utilización del nombre por parte de la frontwoman. La separación estaba cantada…
Por suerte, en 2014 Kat y Lori liman asperezas (el dinero es un perfecto diablo…) y vuelven a la actividad en directo añadiéndose de nuevo Maureen para un gira mundial que recaló exitosamente en el Primavera Sound de la Ciudad Condal (más abajo tenéis el set completo). Desgraciadamente volvieron los problemas con Herman viéndose obligadas a despedirla de nuevo y contratando a Clara Salyer para que se ocupe de las cuatro cuerdas.
Actualmente la banda está componiendo temas sin ninguna prisa para el que posiblemente se convertirá en el cuarto álbum de estudio de Babes In Toyland. Mientras tanto, su actividad de directo sigue gozando de muy buena salud estando en plenas facultades vocales (con el desgaste vocal que ha tenido siempre la Bejlland) y los incesantes y obsesivos aporreos a los tambores de la imponente Lori Barbero. Y hasta aquí, no me queda otra que incitaros a presenciar una ‘BOLA EXTRA’ repleta de muñecas cabreadas, actitud al 1000% y guitarrazos distorsionados con las emociones a flor de piel. ENJOY!!!…
Tremendas ,Bestiales y adorables. Sin duda una de los grandes grupos criaturiles mejor elección imposible para la Sección. Y como me recordaron por face vinieron cerquita de mi localidas en su momento algido y no fuí, maldita sea mi suerte