la patinadora

Afortunadamente, no todo está perdido. Todavía hay cabras expertas en riscos y patinadoras aéreas con un alto grado de propiocepción. De alguna manera, mantener el
equilibro y dibujar piruetas en el aire, es suficiente para ser feliz y estar en la vida con un propósito.

Todavía no se ha activado esa ansiedad por ganarse uno la vida. La patinadora lo ha conseguido. Se ha convertido en una buena deportista. Pero, dentro de poco, se planteará su existencia.

Sus prioridades cambiarán por ese motor que es la ansiedad. Un motor que en estos días se nos está apagando. Así pues, esta niña con esos ojos de bailarina oriental y su gemido infantil, nos transmite la clave de la vida. Como si estuviéramos delante de un gato, o una planta.

Hay una ternura perdida y errante por el universo, una ternura no atendida que me atribula siempre el corazón, y que es el único revés posible y cierto ante tanta crueldad absurda, ante tanta agresividad innata.

Enfrentemos, pues, el fascismo congénito de la especie, y el contrapunto inexplicable y grácil de la niña.

Pienso que la gracia errante y perdida de esta niña, que participa de la gracia primera del mundo, anda repartida entre gatos, cabras, seres menores y sagrados, solitarios y felices.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.

Artículo anterior