Vuelve a ser viernes, parece mentira, los días van pasando y uno comienza a sentir en sus carnes aquello que padecía Bill Murray en Atrapado en el Tiempo y esto no es otra cosa que El Día de la Marmota… En fin, ya se ha convertido en un topicazo lo de ‘Esto pasará’ pero… ¿a qué precio?. En fin, como siempre paliamos esta sensación de ‘deja vú’ marmotero con música y entretenimiento alrededor de la misma y mi fiel camarada Bernardo de Andrés comenzó la semana con increíble energía punk rocker old school de mano de las de ‘Philly’, VIXEN 77, una ‘all girl band’ que parece haber sido parida en el ’77 con su regustito The Runaways también.
En mi caso personal, en lo único que coincidiremos un servidor y Mr B será en lo de ‘all star band’ porque todo lo demás es diametralmente opuesto; la velocidad y la energía se convierte en deceleración y reposo, los temas inmediatos y desenfadados se tornan en largas composiciones y ampulosos desarrollos así que, de la luz pasamos directamente a las sombras y las invocaciones demoníacas con una banda angelina a la que le tenía ganas desde hace dos años, su nombre HIGH PRIESTESS…
Cualquiera que haya leído con atención los términos ‘oscuridad’ y ‘angelino’ se puede preguntar si en la ciudad del Sunset Trip, del glamour de Hollywood y de la explosión hard & sleazy de finales de los 80’s pueden crearse combos adoradores de Baphomet y de los rituales Psych Doom y Occult Rock, pues bien, desde luego que no es lo más habitual pero haberlos haylos y uno de los que más está dando que hablar en los últimos años es el powertrio de CxS’s formado Katie Wilchrest (vocals, guitar, keyboards), Mariana Fiel (bass, vocals) y Megan ‘Whiplash’ Mullins (drums, vocals). Si las danesas Konvent se han convertido en la sensación del género en el Viejo Continente, os aseguro que al otro lado del charco tienen a unas directas competidoras con nuestras protagonistas de hoy.
Todo parte de Mariana Fiel, quería formar un proyecto devastador, con mucho fuzz infernal pero también con mucho protagonismo en armonías vocales por lo que puso un cartel en varios medios de la ciudad de la Costa Oeste con más oportunidades del mundo acudiendo practicamente de inmediato a la llamada Katie y Megan. El Diablo tuvo que saberlo de alguna forma y desplegó las musas sobre las tres comenzando a desarrollar su sonido en largas e hipnóticas jam sessions en donde a buen seguro que El Peyote y La Biblia Satánica de Anton Lavey forjaron sus destrezas a los instrumentos y su personalidad como banda. En 2017 sacan su primera demo con cinco temas que les da a conocerse y les permite tener material suficiente como para poder cerrar bolos de 45 minutos con su propio material sin necesidad de recurrir a covers de sus adorados Black Sabbath o Acid King.
Un año después, con todas las directrices del mal asimiladas y seguras de su misión en este mundo de infieles, sacan su primer disco de título homónimo ya bajo el sello de referencia en el género, Ripple Music. Este hecho ya dice muy mucho de lo que la banda prometía pues las composiciones han ganado en madurez, el sonido es completamente profesional y el estilo queda completamente definido y cerrado para las High Priestess con canciones de ritmo lento y pausado en clave doom heavy psych, percusiones tribales y un clarísimo esfuerzo vocal para provocar ese contraste entre el Averno intrumental y los sugerentes vocales y coros de cadencia gospel. Ahí tenemos los generosos 10 minutos del inicial «Firefly» que no quieren acabarse nunca, el desagarrador «Despise» con guturales Black Metal muy localizados, el subyugante «Banshee» con esa luminosidad vocal que te arrastra por parte de Katie, el corte más stoner doom «Take the Blame» con el fuzz cogiendo el testigo del mal, el sugerente aunque angustiado «Mother Forgive Me» y «Earth Dive», una composición de claros pasajes progresivos y acercamiento al Cardinal Copia y sus Ghost…
No se duermen en los laureles y se convierten en muy poco tiempo en estandartes del Psychedelic Doom realizando giras como cabezas de cartel tanto por la Yanquilandia más oscura como por el Viejo Continente más pagano y enraizado en los preceptos de Lucifer. Los conciertos, las experiencias más o menos oscuras y las ganas de superarse dan fruto dos años después y ya en 2020 con su segundo disco, Casting The Circle, que supera claramente el debut en todo. El diseño de la carpeta ha corrido a cargo de una conocida (y coronada) en esta casa, Suzi Uzi (Black Road), el sonido y la producción todavía se han pulido y ampliado más, las angelinas suenan majestuosamente malignas, epicamente poseidas por Belcebú de principio a fin y con un trabajo de vocales y coros tremebundo forzando ese contraste cielo/infierno que os comentaba en el párrafo anterior. La banda es experta en ponerte a prueba al principio pero en este disco comienzan más ligeras, con menos carga maligna y sí con exotismo y ritmos tribales en «Casting The Circle», se adentran en el doom más pesado y de ralentización máxima con los casi 10 minutos de «Erebus» para pasar al enfoque más progresivo y épico de «The Hourglass» no sin momentos para el cuelgue lisérgico. Si has llegado hasta aquí, prepárate para lo que viene porque son casi 20 minutos de ritual Occult Rock, con «Invocation» el fuzz ha desaparecido por completo haciendo acto de presencia clavicordios, redobles tribales y coros celestiales que irán calentando el tema y alentando a aquel del que se quiere invocar su presencia entre susurros prohibidos y ritmos ahogados. Ya está aquí… «Ave Satanas» cierra el disco con un exquisito ejercicio vocal en clave ‘gregoriana’ y gospel con el Anticristo instalado en el centro de su pentagrama y presenciando con orgullo cómo sus discípulas se han ganado su posición de sacerdotisas del mal…
Instalados os tengo ya en plena ‘Maitines’, es hora de la ‘BOLA EXTRA’ en donde deberéis dejar que la neblinosa bruma os acoja en su seno y os lleve…