Como ya habréis comprobado en el post de comienzo de semana, nos estrenamos en este 2022 internacionalmente hablando. Hemos pasado dos semanas obsesionados en apoyar e impulsar a nuestras Spanish Bombs dejando su excepcional poso las MALABRAVA (garage surf), RACK ROLL & THE REMAITEDS (classic rock/high energy), MALTINE (rock alternativo) y MAMVTH (Desert Rock/Heavy Psych) y hemos disfrutado lo que no está escrito aportando nuestro granito de arena. Pero ahora sí ya tocaba mirar hacia fuera de nuestras fronteras…
El ‘cazatalentos’ implacable de Bernardo de Andrés tuvo un ataque de explosiva adolescencia trayéndose a los british de Manchester, HOT MILK con HANNAH MEE poniendo firmes a todo dios con su enérgica propuesta pop punk & powerpop de coletazos hip hoperos y bases electrónicas. Un Must para melómanos con ganas de adrenalina y hormonas a flor de piel…
Si bien tenía también rondando una propuesta de similar corte punkoide, he preferido contrastar este viernes con otra CxS que me había prometido traerme desde nuestra frustrada ‘Semana Halloween’ que no pudimos llevar a buen puerto por cuestiones informáticas y de actualización. Ya os ofrecí el primer aviso en ‘BOLA EXTRA’ en la segunda parte del ‘Especial 2021’ con lo mejor del año y es ahora cuando por fin acabo de extenderle las ennegrecidas alas a una de las mujeres más creativas y renacentistas del momento, KRISTINA ESFANDIARI, con multitud de retorcidos proyectos musicales centrándome, de entre ellos, en su proyecto más oscuro, doloroso y denso, KING WOMAN…
La inquietante y enigmática Kristina Esfandiari fue descubierta por quien teclea gracias a la líder de los alicantinos Rosy Finch, Mireia Porto. Desde aquí te lo agradezco ‘Red Girl’. El magnetismo que me produjo la artista de Oakland con su claustrofóbica propuesta de melancólico stoner doom con dolorosas y agobiantes texturas shoegaze y ‘devil blues’ produjeron en mí una sensación de sumisión que todavía dura. ¿Black Sabbath Vs. Mazzy Star Vs. Lana del Rey?… Posiblemente vayan por ahí los tiros… Arrójame tu mano y sumerjámonos en el mundo de las ‘sombras’…
Nacida en Sacramento en 1988 y de padres inmigrantes (iraní él, serbia ella), tuvo una infancia y educación muy estrictas y con una fijación enfermiza por la religión, no en vano, sus padres militaban (nunca mejor dicho…) en la Iglesia ‘Carismática’ y eso la marcó de por vida hasta que pudo emanciparse a los 22 y mudarse a la Bay Area desarrollando una vida hiperactiva para paliar todos sus complejos, inseguridades y traumas sufridos de niña y adolescente. Por prescripción medico-psicológica le recomendaron crear varios proyectos para desahogar neuras y así hizo, comenzando en 2009 por su primer proyecto, en principio en solitario y por el que se la conoce hoy en día, KING WOMAN, combinándolo con otro de corte ‘shoegaze’ llamado Whirr del que sólo publicó un EP, Around EP (2013). Dos años después y con King Woman convertido en un cuarteto, la Esfandiari publica un interesante EP debut, Doubt (2015) en donde la angustia y la crudeza sonora se combinaban con letras basadas en el rechazo y abandono de su educación religiosa…
Kristina y sus acólitos firman con el sello Relapse Records para la creación de su puesta en largo oficial. Pero antes da rienda suelta a otro proyecto llamado Miserable, de corte eminentemente shoegaze, con mucha emocionalidad entre medias y un clarísimo toque arty. Un album en 2016 y tres EP’s (2 en 2014 y otro en 2018) abalan otra de las caras de nuestra protagonista.
Tan sólo un año después cristaliza completamente su propuesta con King Woman lanzando su LP debut, Created in the Image of Suffering (2017). La verdad duele, y mucho!, la Esfandiari, junto con Coling Gallaguer (guitar), Peter Arensdorf (bass) y su viejo amigo de juventud, Joey Raygoza (drums) construyen un viaje inquietante a través de la consternación, la desesperación y la investigación herética con heridas abiertas tales como «Manna», «Hierophant» o «Deny»…
Su popularidad crece y sus representaciones encima de un escenario empiezan a arrastrar a las masas pues comprueban que la teatralidad y el dramatismo de los discos se intensifica más si cabe en directo. En 2017 se atreve con la cover de The Stone Roses, «I Wanna Be Adored». Curiosamente, es la canción con más escuchas en su Spoti hoy en día y no lo critico, es una cover excelente, pero con los temazos de aquel disco y el que venimos a hablar hoy me parece increible…
Antes de dedicarnos en cuerpo ‘pecador’ y alma ‘en pena’ a su última obra, hay que volver a hacer incapié en la ‘terapia de roles’ recetada por su psicólogo, pues entre 2019 y 2020 (antes y durante el confinamiento mundial de aquella primavera) crea los proyectos Sugar High (con el productor y artista Darcy Baylis), Dalmatian (Gothic Hip Hop) y NGHTCRWLR (Drone Music, Industrial Noise). Ya véis, la californiana tiene que tener la mente ocupada en todo momento…
Y ahora sí, arribamos al verdadero motivo por el que conocí a la Esfandiari y ese no es otro que la publicación a finales de julio ’21 de su segundo disco de estudio que lleva por nombre Celestial Blues (2021) y que de nuevo ha salido publicado bajo Relapse Records y volviendo a tener de nuevo tras los controles al afamado productor Jack Shirley (Amen Ra, Deafheaven, Outhbreaker). Sigo reivindicando a Mireia Porto (Rosy Finch) como descubridora de talentos extremos pues fue con el primer single de Celestial Blues, «Morning Star» con el que caí rendido a los pies de nuestra recién coronada CxS de hoy con esa melancolía dolorosa que por momentos se torna en sufrimiento y castigo sónico de abrumadoras densidades. Si tengo que hablar de evolución con respecto a su disco de 2017, os diré que las composiciones no varían en demasía con esas estructuras retorcidas y esa sensación de claustrofóbica agonía que son la trademark de King Woman pero, sin embargo, la producción y los arreglos, a pesar del uso y el abuso del fuzz, suenan limpísimos, la producción es de escándalo y, bueno, las melodías tanto instrumentales como vocales han subido a un nivel superior, la tristeza imperante pero también la agresividad predominante no son para cualquier momento del día. Aquí seguimos teniendo todas las influencias de la Esfandiari, su clarividencia Stoner Doom («Bohgz», «Celestial Blues», «Psychic Wound»), sus momentos Lana del Rey/Macy Starr en los cortes menos virulentos («Golgotha», «Paradise Lost») y, por supuestísimo, la disciplina del dolor y los demonios interiores por culpa de las obsesiones religiosas a través del stoner grunge más marmóleo y crudo de cadencia Nirvana/Hole/Melvins («Coil», «Entwined»). Kristina Esfandiari continúa atormentada en cada surco, en cada giro, en cada susurro y alarido. Necesita seguir lamiendo sus heridas…
Hemos llegado al epicentro del Infierno, en donde la ‘BOLA EXTRA’ se despliega en toda su inmensidad abrazándote sin remisión, acogiéndote en su retorcido seno…